Tiempo de emociones


Hoy llueve con rabia y con fuerza,

sopla furioso el viento que aviva la marea.

Es así como está el tiempo ahí fuera,

y también el sentimiento que me llena.

Algunos lo llaman ira, furia, enojo…

Dicen que es mejor tenerla bajo cerrojo.

Pero las nubes no guardan ni una gota de lluvia,

la esparcen sobre la tierra dejando que fluya.

A unos les molesta, a otros les gusta,

algunos la agradecen y a otros les asusta.

He decidido hacer como una nube gris,

me he propuesto dejar de fingir:

Derramo la ira sobre mis mejillas

con lágrimas vivas que sanan mis heridas.

Dejo que mi boca desate una ventisca

de palabras dormidas y también escondidas.

Y lo hago como la lluvia transparente,

dejando a un lado el tormento de mi mente.

Lluevo desde el fondo de mi corazón,

liberando mis nubes de su intenso dolor.

Herir a nadie no es mi intención,

tan solo mostrar mi ardiente emoción.

Y, poco a poco, las aguas vuelven a su cauce

empiezo a sentirme mejor que antes.

De pronto, amaina y apenas llovizna,

me invade entonces cierta melancolía.

Mi rostro se relaja, recupera su armonía,

ya no me queman la rabia y la ira.

Mis pupilas reflejan los rayos del sol

y un arcoíris a todo color:

Ahora siento alegría y calma,

feliz de haber liberado a mi Alma.

Descubro que cuando Ella me habla

debo escucharla y nunca acallarla.


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