La pelota Bota-Bota


La pelota Bota-Bota

era una bola vieja y rota.

Olvidada en un rincón

de un antiguo barracón.

Había sido abandonada,

allí sola ella lloraba,

sin dejar de imaginar

que alguien la iba a encontrar.

«Ojalá jueguen conmigo

y un niño se haga mi amigo».

No sabía que un buen día

llegaría compañía.

No lejos de aquel lugar,

abuelo y nieto fueron a pasar.

El pequeño, loco por descubrir,

monte arriba empezó a subir.

El anciano, muy cansado,

se quedó atrás rezagado.

«¡Qué sitio tan singular!

Tendremos que investigar».

Aquella estropeada puerta

de par en par estaba abierta.

El niño, que entró enseguida,

se llevó la sorpresa de su vida.

«¡Qué alegría, un amigo!

¿Querrías jugar conmigo?».

«No me lo puedo creer…

¡A esta pelota yo logro entender!»

Él la inspeccionó con la mirada:

«Pareces muy deteriorada…»

«Muchos inviernos han pasado,

de mí se habían olvidado».

«No te preocupes más,

de aquí conmigo saldrás».

«¿Me lo dices de verdad?

¡Mi sueño se ha hecho realidad!»

«El polvo te limpiaré,

también tus rotos repararé»

«¡Qué feliz me has hecho!

Voy a botar hasta el techo».

Salieron de allí aprisa,

lucían una gran sonrisa.

«¡Traigo conmigo un tesoro!,

lanzó un grito sonoro».

El abuelo, que lo oyó,

sorprendido la observó.

«¡Vaya, la has encontrado!

De pequeño la había extraviado».

El anciano la cogió,

su memoria se encendió.

«¡Qué recuerdo tan hermoso

de aquel año fabuloso…!».

El nieto estaba asombrado,

su pelota había recuperado.

«Un gol histórico marqué con ella,

que en el pueblo hizo mella».

Impresionado estaba el niño,

y la bola le hizo un guiño.

Abrazó a su juguete,

estaban todos de suerte.

«Mi pelota Bota-Bota:

¡ahora ya no quiero otra!».


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